¿Hacia dónde?

México, Distrito Federal a 15 10 2009


Ricardo Calderón de la Barca Hernández


          ¿Hacia Dónde?

"Los que roban la carne de la mesa
predican resignación
Aquellos a los que están destinados los dones
exigen espíritu de sacrificio.
Los hartos hablan a los hambrientos
de los grandes tiempos que vendrán.
Los que llevan la nación al abismo
afirman que gobernar es demasiado dificil
para el hombre sencillo."
Fragmento del poema Catón de guerra alemán.
                                    Berthold Brecht.

No hay que ser incautos, la selección nacional de fútbol, el pasado 10 de octubre, no ganó el mundial de dicha especialidad, ganó su boleto a la final del mundial en un partido de trámite y ante un modesto rival.

Cuando los adversarios no son de gran talla, no se puede hablar de grandes victorias. Se logró pasar a la ronda final, pero para quienes comercializan a la selección eso es lo de menos, para ellos dicho triunfo significó asegurar un jugoso negocio de más o menos trescientos millones de dólares.

La victoria deportiva ha sido sobredimensionada y repetida hasta el hartazgo, asimismo, ha servido de telón para cubrir la desaparición por decreto presidencial de Luz y Fuerza del Centro.

Entre la alegría, júbilo, festejo y confusión de los televidentes, se dio la noticia de la liquidación o desaparición de Luz y Fuerza del Centro (LFC). Sin embargo, primero ocurrió la ocupación policiaco-militar y después se dio a conocer el decretazo del ejecutivo.

Quien obtuvo la titularidad del poder ejecutivo “haiga sido como haiga sido”, lo administra de la misma manera, con discrecionalidad.



“Desgraciado el país que necesita héroes” Brecht, Berthold.



Ahora resulta que entre los héroes de la patria, debe hacérsele un espacio, pequeño por cierto, al nuevo y autodenominado superhéroe, al campeón del des-empleo, personaje al que todo le queda grande; empezando por la presidencia de la República. A principios de octubre sus epígonos se desgañitaban gritando a los cuatro vientos la creación de sesenta mil nuevos empleos y, ahora con su decretazo, contrario a la ley suprema, la Constitución, y con su actuar fascistoide, de un plumazo ha destruido cuarenta y cuatro mil empleos. Por lo tanto, debemos agradecerle la creación de dieciséis mil empleos.

El gran Víctor Marie Hugo, el autor de los miserables se refería a Napoleón III como Napoleón el pequeño, parafraseándolo, bien podríamos referirnos a Felipe de Jesús Calderón como: Felipe el pequeño.

Hace seis meses, a finales de abril y mediados de mayo, “salvó a la humanidad”, a pesar de que la fase más crítica tuvo su mayor nivel a finales de abril, cuando inició la contingencia, y se ocultó la información como arcano de estado.

En septiembre de 1993 FJCH asumió el cargo de secretario de energía, puesto que de poco o nada le sirvió, ya que ha exhibido lentitud en sus reflejos, actuando como el rayo, ha aniquilado al monstruo LFC dieciséis años después, garrote en mano –sustento de su legitimidad erosionada-, con “la ley de Herodes”, y “haiga sido como haiga sido”, es decir: por la fuerza y sin apego a derecho y con la consciencia tranquila.

El acto del prestidigitador de lentos movimientos ha hecho que los voceros de la iniciativa privada y la mayoría de los medios resuenen apoyando su hazaña, haciendo eco; alabando su valentía, fuerza y decisión. Todo mundo ha tomado posiciones es un momento de definiciones: el PAN y PVEM –que no es verde ni tampoco ecologista, a la ofensiva. El partido del gobierno de maqueta; el que construye escaleras de mixiotes, arroz, frijoles, electrodomésticos y pasajes discrecionales que lleven a la gubernatura del estado de Puebla y de la maestra -PANAL; la de la influencia AH42 Z23 LMN está a la expectativa. El PRI, simulando no tener nada que ver en la creación de Frankenstein LFC, viejo como Dorian Gray aparenta juventud y belleza, mira fijamente al espejo del 2012 y hace como que negocia pero apoya al príncipe. La izquierda partidista: PRD, PT y Convergencia, con Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, a la defensiva, ha mostrado su buena forma física, como la del tal “Juanito” al desnudarse el torso.

Un ejército de quinientos abogados ha comenzado a pulir sus argumentos para enfrentar el garrotazo por la vía jurídica, en cambio, el abogado de callejón amenaza con el puño en alto y muestra las fauces, esgrimiendo el sabotaje que bien pudiera ser coartada para la represión. El ombudsman –defensor del pueblo en otros lares- permanece oculto. Sindicatos, trabajadores, maestros y estudiantes –agredidos por los golpes presupuestales- toman posiciones, iniciada la partida y mostrada la correlación de fuerzas, toca su turno a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Asimismo, se bocetan ya monstruos –nueva empresa- de caras amables, con ligeras y tenues pinceladas de seguridad social y derechos laborales.

El sindicalismo, todo, ha sido puesto a prueba. El charro irredento, líder de un organismo público descentralizado e inducido a muerte por asfixia ha caído de la gracia del príncipe

–léase gobernante-, quien desde el panóptico ha visto en segundo plano la insultante fastuosidad, derroche y opulencia en que vive el primero y que hace que no ve en los miembros de su séquito , como si fuera de apenas ayer, y, en primer plano a la gran serpiente de fibra óptica que hace ojitos y deseosos estarían de encantar empresarios voraces, de aquí y de allende las fronteras.

Cuasi la totalidad de los actores, salvo una que otra excepción, que integran el reparto, participan en la obra sin modificar el escenario, sus estructuras autoritarias perviven, presentan actores viejos y nuevos, pero educados en las viejas y rancias escuelas, en las que predomina el ropaje democrático.

El tiempo nos dirá si hay lugar para la concordia, creatividad e improvisación o la estructura del guión es tan rígida y todo ya está dicho. Mientras tanto, el cuadrado y pequeño bigote del fürer -guía- se aclara diá a día, haciéndose más visible, semeja a la parábola de los ciegos, obra del pintor flamenco Pieter Brueghel, imaginémosla con el Palacio Nacional como fondo y a la orilla del cañon del Sumidero, sin vegetación, como precipicio.


  La parábola de los ciegos. 1568. Pieter Brueghel, el viejo.