Ricardo Calderón de la Barca Hernández
A Carlos Montemayor
LA MUÉGANOCRACIA O EL GOBIERNO DE LOS MUÉGANOS
Si bien, la política es algo serio, nuestros políticos –la mayoría- no suelen serlo a la hora de su desempeño.
Iba por la calle, en el camino me encontré con una pequeña, vieja y desvencijada caja de zapatos. Al moverla, vi que contenía una banda de moebius, de papel y con palabras en ambas caras. Fue así como me di cuenta de que en esa banda se narraba un cuento, el de nunca acabar.
Hecho en México,” haiga sido como haiga sido”, dice en la tapa y en la parte de abajo, la más deteriorada –como casi siempre-, destaca la siguiente leyenda: frágil, ¡manéjese con cuidado!
El cuento no inicia con el erase una vez, resulta impreciso, lo correcto es: erase el pan de cada día ya que los encuentros del PRI y el PAN, primero las damas: PAN Y PRI, han sido recurrentes.
A lo largo de su amasiato los “rompimientos” se han presentado en forma constante: hacen como que ya nada quieren pero continúan durmiendo juntos. A finales de los ochenta el PAN acusó al infiel PRI de travesti, es decir, de andarse poniendo sus zapatillas, tangas y vestidos, pues decía que la “reducción” del Estado, su desmantelamiento y las privatizaciones eran vestuario específico del PAN. Dicho desmantelamiento fue como una luna de miel para ésta pareja madura ya que implicó un derroche y saqueo desmesurado a la casa grande en detrimento del pueblo.
En tiempos del salinato dijeron estar disgustados pero por las noches tenían sus escaramuzas y escarceos dizque a escondidas, fueron los tiempos de las infortunadas concertasesiones, en el vecindario se hablaba de ello sotto voce y todo mundo sabía de aquellos acostones. Mientras tanto, en la casa vecina, la de la izquierda, depende desde dónde se mire, porque si la vemos desde atrás, está a la derecha, en aquel entonces habían encontrado a un recién nacido, un mocoso al que le llamaban Frente Democrático Nacional y terminaron por ponerle el alías de PRD. El infante era chiquito pero picoso, se aventaba a los moquetazos en contra del anciano decrépito llamado PRI.
Tales confrontaciones arrojaron más de quinientos muertos del lado del chamaco.
En el patio de atrás del vecindario, había unos chamacos que gustosos se divertían, dos eran hijos del viejito rabo verde y el resto formaba parte de la palomilla; uno de los hijos era producto de los amoríos del octagenario y una maestra que lo dio a luz como producto de un aborto, el otro, huérfano de madre, dice que le gusta el color verde, el de los dólares y el de la camiseta de la selección, una que otra vez le da por regar las macetitas.
¡Hey chamaco, no te orines en la plantita¡, gritó el anciano. Al escuchar el grito, los otros dos salieron despavoridos y se metieron en el bañito de la casa amarilla y negra.
Todos -escuincles y adultos- están muy barrigones y ninguno de ellos tiene” llenadera”, tragan que da miedo, destacan por su obesidad, dice la gente del pueblo.
Con el paso del tiempo, el vecindario fue convertido en un circo o carpa de tres pistas en donde unos y otros se especializaron en el arte de hacer piruetas y maromas. Tanto aprendieron unos de otros que poco a poco fueron desdibujándose, haciendo caso omiso de su programa de acción y declaración de principios, a grado tal que ahora, se rigen por el pragmatismo y el utilitarismo, se dice que el PAN es PRI, el PRI es PAN y, algo nada insólito, sobre todo, si tenemos en cuenta que la especialidad en echar maromas es una cualidad específica de nuestra fauna política. Por supuesto, son más animales que políticos o políticos animales –el orden de lo animal no altera lo político.
Aquél chamaco berrinchudo, hace pocos años, tuvo un fuerte altercado con la viejita, ambos contendieron por la administración de los WC públicos, pero ella propagó el rumor de que él era un peligro para el pueblo y no se diga para el vecindario. El joven, primero reaccionó plantándose a la entrada y protestó airadamente, de nada le sirvió.
Durante unos meses se volvió retraído, hosco y algo irascible, empero, un día decidió cortarse el pelo, hacerse manicure y pedicure, adquirió nuevos modales y aprendió a hablar ”bonito”, sin pronunciar palabras altisonantes. En pocas palabras, cambió de personalidad, se volvió “Chucho”.
En el pueblo dicen que tomó unas lecciones con el hijo del Tata, uno de tantos a quienes se le atribuye la paternidad, es huérfano, porque no tiene madre, con el transcurrir del tiempo se convirtió en un joven nada apuesto, de más o menos un cuarto de siglo de edad que padece una perversión llamada gerontofilia, ésta y lo anterior son las razones por las cuales le ha declarado su amor a la viejita, casi septuagenaria, de la derecha. Joven, coqueto, civilizado, amable y con apariencia respetuosa, digo apariencia porque es engañador, engaña a los suyos diciendo que es un doncel casto e impoluto, pero le han visto metiendo mano a las enaguas de la viejita y hasta coqueteando con el padrecito - ¡por Dios!-, que porque la libertad no alcanza y el laicismo no es suficiente, dice él.
Al viejito, rancio y anacrónico PRI a pesar del maquillaje, viagra, cirujías y manejo de imagen al viejo y nuevo estilo Estado de México, tales encuentros le han causado serios disgustos, porque a la viejita le firmó un contrato de serle fiel para siempre y de no hacerle ojitos a nadie. Pero por enésima vez, no le cumplió. PRI dixit: la relación PAN-PRD crea confusión, no se sabe quién es quién, aunque las malas lenguas refieren que son pareja swinger, de cuando en cuando se meten los tres a la cama. Todo con tal de satisfacer sus bajas pasiones.
Son farsantes, comentan los del pueblo: farsante es aquel que finge lo que no es o lo que no siente. Pues uno y otro dicen velar por los intereses de los gobernados, para muestra un botón: ¿La diputada local –Janet - en qué sentido votó? ¿Por que nos cobraran más o menos impuestos? Hay quien dice: que como quiere a su pueblo, votó en contra de tal iniciativa, pero la ciudadanía que ahora paga más impuestos dice lo contrario, inclúyome.
Dije: para muestra un botón, porque todo se me complicaría si hubiera dicho: “la burra es parda, porque aquí tengo los pelos en la mano”, además, los burros escasean, sino pregúntenle a la maestra, a la de la influencia –HLNL- magisterial, hay ya puros animales políticos o políticos animales, no en el sentido aristotélico sino en el zootécnico.
Y qué decir de la pesadilla texmeluquense, del des-gobernante de maqueta –alumno de los viejos chamanes, maestros en las artes del ilusionismo, la prestidigitación y la alquimia, además de fingir lo que no es y lo que no siente y, suspirante empedernido a des-gobernador del chiquero y feudo poblano.
Da tristeza, pero nuestros pobres municipios, estados y República ya son espacios de convivencia casi natural para todo tipo de porcinos.
Con respecto al nombre de Cuasimodo el personaje de Notradame de Víctor Hugo, podríamos decir que no significaba: casi forma o modo. En tanto que, sí podría ser una forma precisa de nombrar a nuestra fauna política: cuasi-presidente, cuasi-gobernador, cuasi -presidente municipal, cuasi-senador, cuasi-diputado, cuasi-asambleísta, etc. Es decir, en la mayoría de los casos y salvo honrosas excepciones de las excepciones el traje les queda holgado, se quedan en el casi.
Para concluir, les dejo tres finales:
Y vivieron infelices para siempre.
Y vivieron hasta que les dijeron: ¡Basta!
¿Y, vivieron?
Finalmente, hay una nota en el interior de la cajita, dice: Salida la mercancía no se aceptan -devoluciones.
¡Ni madres¡ se escuchó un grito proveniente de fuera del vecindario.