El viernes 15 de julio el periódico el despertar publicó en la página seis una fotografía de Anahí Romero, mujer filo-panista con legítimas aspiraciones de crecer al interior de su organización política, que junto con el grupo que se ha dado en llamar “voces de Texmelucan” -un conjunto de personas, predominantemente de la misma filiación- y que hasta cierto punto han librado una lucha ejemplar en la defensa de nuestro espacio deportivo, agradecían a texmeluquenses y habitantes de las juntas auxiliares el apoyo brindado para la protección de la Unidad Deportiva Ángeles Blancos.
Independientemente de ese predominio azul, el movimiento disidente va más allá de cualquier color u organización política; identificarlos monolíticamente constituye un error, porque hay simpatizantes de todo el espectro político e incluso sin filiación y simpatía alguna, semeja más un frente común.
Y la izquierda institucional brilla por su ausencia en los momentos de la lucha social para solo aparecer en la de la conveniencia electoral, de manera idéntica a aquellos ex y candidatos “amantes de su municipio”.
Cualquier persona que no esté de acuerdo con la construcción de las 216 casas en la Unidad Deportiva Ángeles Blancos es bienvenida porque es en defensa de un bien común que pertenece a los más de 41 112 texmeluquenses que habitan en el municipio.
En la misma página, aparece un documento de la Secretaría de Desarrollo Social delegación Puebla, en el que se alude, entre otras cosas, al “Parque Deportivo y Recreativo San Martín”, mejor conocido como Unidad Deportiva Ángeles Blancos, a sus 70,734.72 metros cuadrados como área destinada a instalaciones deportivas, de su conservación del uso del suelo y de no ser así, el reintegro de 4, 750,000.00 pesos, más actualización y cargas financieras.
Lo anterior no significa que se reduzca la disputa y defensa de la Unidad Deportiva a un mero pleito familiar, sino a que el desgobierno de Carlos Sánchez vea con antipatía las manos filo-panistas metidas en su proyecto de búsqueda y generación de capital político. Sin embargo, tampoco es un pleito entre los amantes tradicionales PRI y PAN, sino una genuina lucha en contra del abuso del poder.
La ciudadanía no se agota en la pertenencia a partidos políticos, es diversa y los trasciende, así debe ser cualquier protesta que tenga a bien luchar por un espacio que pertenece a todos los texmeluquenses.
Cierto, es notable y evidente la participación de las manos de color azul –por eso se le mira con cautela y recelo-, sobre todo si tenemos en cuenta la geografía y preferencia electoral de nuestro municipio, y las de otros colores: verdes, amarillas, etc. Sin embargo es una situación de interés público, por lo tanto, es algo que atañe a la “ciudadanía” (súbditos a la vista del príncipe) en general.
El domingo 17 de julio había incluso quien ya celebraba pensando en que el aprendiz de gobernante habría ya abandonado su absurdo proyecto, absurdo por tener esa obsesión respecto al lugar y no por lo que en sí reviste.
“El fin justifica los medios” habrá escuchado alguna vez o bien leído una síntesis de la obra más conocida del pensador florentino Maquiavelo.
Si fuera un poco más inteligente ya se habría dado cuenta de que podría hacer dos cosas que en sí mismas beneficiarían a los texmeluquenses: por un lado rehabilitar a la unidad Deportiva, alejándose de su obsesión y, por el otro, construir las 216 casas en un terreno comprado ex profeso. No obstante, este aprendiz de gobernante manifiesta su poca tolerancia hacia la frustración al empecinarse en causar un bien a unos cuantos a costa de un perjuicio a muchos.
Además, la compra de un terreno en cualquier otro lugar, con total a pego a la ley, no le acarrearía los problemas que él mismo ha creado.
La ciudadanía también debe ir pensando en mirarle a la cara el próximo año electoral, esto significa entre otras cosas, que político in estrictu sensu, tampoco es.
Y después de una noche tranquila, los garrotazos: el mismo poder se delata, primero se mimetiza tornándose en lo que no es -como en el cuento de la caperucita roja- simulando para después mostrar su verdadero rostro, sabiéndose violador de la ley este aprendiz de gobernante actúa a hurtadillas y como un corriente hampón, bajo el cobijo de la oscuridad.
A escondidas y a oscuras, malos presagios para los texmeluquenses, esas señales bien pueden decirnos qué es lo que nos espera con este desgobierno si nos agarra en despoblado.
Por otro lado, no la fuerza de la ley sino la ley de la fuerza, el mismo eslogan de su gobierno, “Texmelucan, ciudad de retos”, nos habla de su pobre concepción autoritaria de la política.
En la acepción de provocación, citación al duelo o desafío según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, habrá de confrontar con la fuerza pública cada uno de sus retos sustantivos. Ejemplos ya tenemos: el citado y el desalojo de los vendedores ambulantes.
Todo por el bien de los texmeluquenses, de unos cuantos, él incluido.
Luego de la represión, la destrucción, la mayor que se pueda; han destruido cientos de árboles. El actual titular del gobierno municipal se luce y posa para la foto en el día mundial del ambiente y en alguna que otra visita de lucimiento puro, sembrando un arbolito por aquí y otro por allá, mientras que destruye cientos en donde estos no se acomodan a su caprichoso proyecto, esos arbolitos fueron sembrados por texmeluquenses que han pensado a futuro: alumnos de escuelas, agrupaciones diversas y deportistas que hacían uso de Nuestra Unidad Deportiva.
Lo anterior significa que otro puesto vacante por su ineficiencia, indiferencia e inutilidad es el de ecología.
“Unidad Deportiva Ángeles Blancos, ¡Cuídala es de todos los texmeluquenses!
Leyenda escrita frente al campo de fútbol y área escogida para el proyecto de Carlos, pareciera que se lo han puesto para recordarle algo que no ha entendido, es un bien público, de todos y cada uno de quienes habitamos en esta ciudad; cabecera municipal y juntas auxiliares.
Solo que nunca se pensó que quién mayor obligación tenía para cuidarla sería quien vendría a destruirla, el aprendiz de gobernante, parafraseando a Disney con su aprendiz de brujo.
Un grupo de vecinos se dio a la tarea de promover un amparo que fue concedido y al que el desgobierno municipal ha mirado con total desdén.
El cínico municipal con puesto de síndico, dice que el asunto se está politizando, que no se quiere el progreso, etc. Ha venido al quite de su patrón pero no ha sido mejor en su discurso ya que parece ser el concurso de haber quién dice la mejor tontería y, el síndico resulta insuperable. ¿Se está politizando y qué esperaba? Los carpinteros hacen muebles, los panaderos pan y los políticos como él no saben lo que hacen o lo que debieran hacer.
La idea del progreso fundamentada en el sacrificio de muchos en beneficio de unos cuantos es en sí misma inaceptable (con esos conceptos manejados a conveniencia, debemos poner los ojos en las manos de estos advenedizos que ocupan funciones públicas, porque podrían terminar el cargo diciendo que los texmeluquenses son de avanzada porque promovieron el progreso de ellos). No estamos en una disyuntiva de casas sí o casas no, sino a que con inteligencia se puede dar la mejor salida y solución a ambos problemas; casas en otro lugar y rescate o rehabilitación íntegra de la Unidad Deportiva.
El aprovecharse de las necesidades de unos para confrontar los derechos de la mayoría sería el peor de los escenarios, pero a su vez hablaría de la falta de oficio político de Carlos y compañía.
Ahora bien, el príncipe municipal podría incurrir en desacato al ignorar y no respetar un ordenamiento judicial que exige la suspensión de las obras de destrucción que está llevando a cabo en la Unidad Deportiva.
Eso es una muestra más de que este gobierno no respeta la ley, la de a de verás no la hecha a modo por él, la de Herodes.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) ha logrado la suspensión de la destrucción de la Unidad Deportiva, ojalá no sea momentánea.
¡La Unidad Deportiva es nuestra, defendamosla!
Ricardo Calderón de la Barca Hernández
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