miércoles, 29 de mayo de 2013
Chapulines políticos, Edgar el saltarín y compañía
En la real politik nacional cada vez es más frecuente observar un fenómeno en el que los representantes populares, independientemente de los procedimientos por los cuales han sido elegidos, recurren a la no conclusión de los periodos legalmente establecidos para participar en otros procesos electorales. A quienes incurren en esta práctica el vulgo con su ingenio popular los ha denominado chapulines.
Un chapulín es un pequeño insecto que salta o brinca de un lugar a otro, también lo llamamos saltamontes. Hoy en día, sin tener culpa alguna de lo que ocurre en el ámbito de la política el chapulín ha cedido su nombre a aquellos políticos que les da por brincar de un puesto o cargo a otro, ya sea concluyendo los periodos que señalan la ley o pidiendo licencia.
Empero, esto tiene que ver con una crisis de representación política al interior del estado moderno; dicha discusión puede tornarse árida, gratuita y sin valor sino se aborda desde los siguientes Conceptos: Estado moderno, racionalidad, representatividad, confianza, dicotomías público-privado y súbdito-ciudadano.
El estado moderno surge en el siglo XVI en Europa, sin embargo, es en el siglo XIX cuando se consolida hasta constituirse en el estado actual, en éste convergen estado y derecho; uno y otro son interdependientes; al derecho se le puede ver como la estructura fundamental del estado y al estado como el fundamento sociológico del derecho.
Hermann Heller al igual que otros teóricos, consideran que los elementos que integran al estado son: Población, territorio e instituciones.
Un representante es una persona a la que se le faculta o se le delega representatividad, es decir, que se le conceden derechos para actuar en lugar de una, varias personas, colectividad o institución.
El tema que aquí nos interesa es el de la representación política de carácter popular que se gesta en la interacción de las organizaciones políticas o partidos políticos reguladas y sancionadas por las instituciones y procedimientos electorales, independientemente de las fórmulas, sean estas de representación por mayoría relativa o de representación proporcional.
Esto significa que hay representantes populares que obtienen los cargos dependiendo de la cantidad de votantes que hayan sufragado por ellos, pero, hay otros por los cuales nadie ha votado de manera directa y solo por el hecho de estar nombrados con un orden en una lista y dependiendo del porcentaje que hayan obtenido sus partidos en determinada circunscripción o área territorial, obtienen los cargos de representación.
La representación política solamente ocurre dentro del estado, está profundamente ligada al anhelo de libertad y al progreso y, es inherente a las democracias modernas que por definición son representativas.
Asimismo, cabe señalar que el estado constitucional moderno es representativo, dejó de ser patrimonio de un grupo o de una oligarquía para convertirse en una posesión de todos. En él, los representantes ya tendrán que actuar en nombre de quien les da legitimidad, los ciudadanos.
Este gran salto que va de del estado feudal monárquico o absolutista al estado constitucional y democrático en el que el súbdito se transforma en ciudadano representa tanto al progreso como la consolidación de la libertad humana y de la racionalidad propias de la modernidad.
Los ciudadanos, por tanto, esperan de sus representantes un comportamiento responsable en su relación con las organizaciones. Hay una gran responsabilidad para quien reviste un cargo de representación ya que dicha persona ha sido electa por los ciudadanos que han confiado en ella, algunos incluso sin conocerla, lo han hecho a partir del conocimiento de su organización política, de sus documentos básicos, de sus propuestas y de sus promesas. Pero, sobre todo confiando en que el interés común, público o general, propio del estado moderno, estará por encima del particular y del privado.
Ahora bien, en el México actual y en el caso específico de San Martín Texmelucan podemos ver que los rezagos y anacronismos políticos subsisten y coexisten con los discursos de modernidad y progreso.
Ante la disolución de la Unión Soviética y su esfera de influencia, a principios de los noventa Francis Fukuyama declaró y prácticamente decretó el fin de la historia; el triunfo del capitalismo y la muerte de las ideologías, una ideología más.
El mundo se echó en los brazos del nuevo liberalismo, el del adelgazamiento del estado y de la economía de mercado libre; poco a poco se fue desmantelando el welfare state, estado asistencial o benefactor. El abismo entre pobres y ricos se amplió, el ejército de reserva se engrosó, el número de desempleados creció exponencialmente, la violencia se convirtió y se ha administrado como a una gran empresa, se ha privilegiado el interés privado anteponiéndolo al interés público, el poder económico se ha fortalecido y consolidado como el gran poder, Monstequieu, Rouseau, Jelinek, Kelsen, Heller y muchos teóricos más han sido botados al lugar de los trebejos. Asimismo, la opinión pública ha sido avasallada por ese mismo poder hasta colocar la agenda, discusiones y los intereses particulares como propios de la sociedad en su conjunto, razón por la cual, la mayoría de los medios actúan como un instrumento de los intereses particulares, de las multinacionales y de las grandes corporaciones.
La relación votante-candidato o votante-partido político se ha convertido en una relación clientelar, ésta tiene que ver directamente con el interés particular, al candidato se le vende como a una mercancía, venta en la que interviene ampliamente el poder económico y la cual a su vez forma parte del ámbito privado. Razón por la que los candidatos se comportan sin responsabilidad alguna para con los votantes pues representan ya intereses privados, particulares o de grupo, pero no ya los de la sociedad en su conjunto, el interés público, general o común.
Todo esto es simbólico de la crisis de instituciones modernas tales como el estado, los partidos políticos y la representación política, etc.
Para concluir, puedo decir que en específico a Edgar Salomón Escorza y demás chapulines, no les interesa el mejoramiento y progreso de San Martín Texmelucan en particular, sino su propio interés y el del grupo al que realmente representan; siento desilusionarlos, pero no es el interés público ni el general de los texmeluquenses ya que no ha actuado con la responsabilidad ni de acuerdo a la confianza que se le ha conferido al otorgarle un cargo de representación, el de diputado local. Velando por el interés personal y para asegurar un interés particular ha saltado a la elección de la presidencia municipal de San Martín Texmelucan. El pensar que lo hizo a la manera del escalafón existente en una empresa comercial, que fue ascendido, solo es producto de un pensamiento y una Weltanshauung que tiene que ver con la idea de la política como negocio, visión propia del feudalismo y del neoliberalismo. Como pueden ver, es y no es tan moderno como dice.
Ricardo CBH 29 05 2013
Pd: Este artículo fue motivado por el comentario de AG Especia e impulsado por la discusión en torno de él. A todos los participantes, multicolores, tricolores, monocromáticos, descoloridos y hasta a los camaleónicos, les agradezco su impulso.
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